Era un genio incluso para los negocios y para los «simpas». De tal forma que cuando iba a comer fuera de casa, hacía un dibujo y lo firmaba en el reverso del cheque con el que pagaba la cuenta. Así se aseguraba de que el restaurante, teniendo un pedazo de Dalí en sus manos, no se atrevería a canjearlo.
Pronto, 21 de mayo de 2018