Un hombre muy pobre fue arrestado y encarcelado por robar dos sacos de trigo. Tan injusta era su condena que empezó a pensar cómo salir. Llamó al carcelero y le pidió una cita con el rey, asegurando que tenía un tesoro muy valioso para él. Una vez ante el monarca, le dijo: «Su majestad, esta semilla es muy especial. Si la planta una persona honrada, que nunca haya robado ni mentido, crecerá de ella un peral en el que madurarán peras de oro. Si no es así, el peral solo ofrecerá las peras de siempre. Así que os la ofrezco a vos, que seguramente nunca habéis robado ni engañado a nadie». El rey contestó que de pequeño le había robado un moneda de oro a su madre y rehusó el ofrecimiento. «Que la plante vuestro canciller», le contestó el hombre. Pero también declinó la oferta. Lo mismo hicieron el comandante del ejército real y el juez. Ante tantas negativas, el preso se puso a reír y dijo: «Todos vosotros, aunque tengáis cargos importantes. robáis, mentís y engañáis y no por eso estáis en la cárcel. Y yo, que robé tan solo dos sacos de trigo para dar de comer a mi familia, debo seguir encerrado». Ante tal argumento, el rey lo liberó. Recuerda que todos podemos tener algo que ocultar o callar, por lo que no debemos criticar o condenar a los demás por lo que quizás hemos hecho nosotros también.
Pronto, 25 de febrero de 2019