… y te diré de dónde eres. Cuando los angloparlantes dicen que se sienten azules, es porque están tristes. Mientras, los latinos hacemos lo posible por ver la vida color de rosa, siempre y cuando no estemos verdes de envidia, claro… Es común asociar emociones a los colores, o viceversa, aunque no son las mismas en todas las culturas. Si eres chino, es muy probable que el blanco sea para ti sinónimo de mal agüero -quizás porque es el color del luto en ese país-. Si eres alemán, el marrón te parecerá de lo más desagradable y asqueroso y, si eres griego, es fácil que te caiga mal el amarillo… Tanto que, con un programa algorítmico de inteligencia artificial, es posible predecir con un 80% de fiabilidad el lugar de origen de una persona en función de su reacción emocional a los colores, tal y como acaba de demostrar un experimento recogido en la revista Royal Society Open Science.
(Sin fuente conocida)
Nahia Asenjo says
Yo creo que lo que intenta demostrar el experimento de la revista Royal Society Open Science es que todas las culturas son diferentes y que los colores pueden ayudarnos a saber de dónde viene una persona, ya que en cada país se asocian de forma diferente los colores con cómo se sienten las personas cómo son sus sentimientos y, aunque no siempre es fiable, es posible predecirlo con un 80% de acierto. Creo que esto es muy interesante porque me ha ayudado a darme cuenta de que todos somos muy diferentes, cada cultura es distinta y como dice el dicho: «En la diversidad está la perfección y en los detalles la diferencia».
Yuliana Aguirre Bedoya says
Es muy común asociar los colores con el estado de ánimo de la persona, como por ejemplo: para los angloparlantes el sentimiento de tristeza se asocia con el color azul por ello usan la expresión «me siento azul», los latinos ven la vida de color rojo y así lo relacionan con la felicidad o la envidia con el color verde. No todas las culturas asocian los mismos colores con las mismas emociones. Para las chinos, el color blanco se usa como luto por lo tanto no es un buen presagio llevarlo; el marrón es un color desagradable o feo; para los alemanes y para los griegos el color amarillo cae mal con facilidad. Como se ha demostrado recientemente en un experimento elegido por la revista Royal Society Open Science por medio de un programa de inteligencia algorítmica artificial se puede precedir con un 80% de fiabilidad el lugar de origen de una persona cuando reacciona emocionalmente a los colores. En mi opinión, el artículo fes de gran interés ya que nos enseña cómo podemos conocer a las personas no solo por su carácter sino por su relación con el gusto por los colores; es por ello que podemos identificar su cultura y de dónde se proviene no solo por su su rasgos físicos sino por los gustos y los sentimientos asociados con los colores.
Estela Lanchi says
Opino que es algo muy interesante asociar colores con emociones. Nunca había pensado en cómo tu percepción de un color puede cambiar tanto dependiendo de dónde procedas. Yo pensaba que el color blanco solo podía ser asociado con pureza y limpieza, pero resulta que representa el luto en algunas partes del mundo. Mi conclusión es que la realización de este tipo de experimentos aporta positivamente a la sociedad. Gracias a ellos, somos capaces de aprender realidades sobre el mundo en el que vivimos. En este caso, se nos muestra lo diferentes que pueden ser nuestras opiniones sobre un mismo tema.
Irati says
Me ha encantado este texto ya que nunca me había parado a pensar que por algo tan simple como la relación emocional que alguien puede darle a un color, seamos capaces de identificar el lugar de origen de una persona. Además, es increíble pensar que un simple color como el amarillo pueda significar alegría, asco y muchas otras emociones que si no son con las que tú asocias ese color, te parecerá algo extraño e incluso confuso. Creo que este texto nos recuerda la maravillosa diferencia entre culturas que hay en el mundo y cómo algo tan simple a primera vista como un color y simplemente su relación a las emociones, nos puede hacer diferente al resto por nuestro origen.