“La naturaleza nos lo dio, la naturaleza nos lo quitó. Espero que nos traiga otras cosas y sean mejores”, con esta filosofía positiva se expresaba una palmera –una vecina de La Palma– ante el micrófono y la cámara de televisión. Vivimos tan apegados a nuestras posesiones que olvidamos que no son una herencia, sino un préstamo, que diría Gandhi. El sol ya salía a diario antes de calentar nuestro ombligo y continuará brillando cuando nos trague la noche de los tiempos. Mientras termina, no termina o deja de terminar la erupción volcánica, qué bien viene aprender de quien lo ha perdido todo.
Daniel Aldaya, Diario de Navarra, 19 de noviembre de 2021