El segundo apellido de Cervantes, Saavedra, aparece en la documentación tardíamente. La primera vez que lo usa el escritor es en la firma de la carta dedicatoria de su novela La Galatea de 1585. Generalmente se ha creído que era una forma de entroncar con linajes del norte de España, de modo semejante a como Lope de Vega añadió Carpio. En 2013, Luce López Baralt planteó una nueva hipótesis a partir de la identidad fonética entre «Saavedra» y la palabra pronunciada «shaibedraa» en árabe dialectal magrebí, que se utiliza como apodo para los tullidos de un brazo. Mientras se hallaba en Argel, Cervantes habría sido conocido como «un tal saavedra», es decir, «un tullido en el brazo», que él convertirá con el paso de los años en un apellido digno de ennoblecer su firma.
Historia. National Geographic, noviembre de 2022